En las últimas semanas, el alcalde paceño, Iván Arias, ha recibido una serie de críticas provenientes de distintos sectores de la sociedad. Sin embargo, los problemas económicos que arrastra la alcaldía vienen desde la administración de Luis Revilla, sobre quien pesa una orden de aprensión proveniente de la Fiscalía por sobreprecio en la compra de los buses PumaKatari.
Como una forma de salir de la presión económica que lo aqueja, Arias lanzó una resolución administrativa mediante la cual se incrementarían las tarifas de aseo urbano por primera vez en más de 14 años de haberse mantenido. Esto generó descontento general y, gracias a la rápida acción de las asambleístas por La Paz, se desestimó en pasados días.
Otro de los recientes cuestionamientos que se le hicieron al alcalde de La Paz es el haberse negado a la promulgación de 8 leyes municipales en favor de la reactivación económica del departamento. Por otro lado está el viaducto de la concurrida Belisario Salinas, que ya lleva un año de retraso y 3 millones de bolivianos de sobreprecio. El impacto económico del retraso de esta obra es difícil de calcular por cuanto se trata de una zona neurálgica de la ciudad.
Con el retorno a clases, otro fuerte cuestionamiento al acalde es el estado de las escuelas, la mayoría de las cuales presentan serios deterioros que no fueron atendidos a su debido tiempo, siendo los propios padres de familia quienes tuvieron que organizarse para realizar algunos arreglos urgentes.
El tema de los deslizamientos y el descuido general de infraestructuras deterioradas por la época de lluvias tampoco deja bien parada a la autoridad edil, pues la dejadez de su gestión desemboca en el descontento general de la población que ya anuncia el inicio de protestas.