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Evo Morales y el bloqueo de la impunidad

Por Marcos Guillen

Acorralado en las entrañas del Trópico, Evo Morales juega su última carta. Protegido por una furibunda fanaticada, el ex presidente se refugia en la zona del Chapare, su bastión final. Territorialmente atomizado, el ex mandatario apuesta por promocionar un bloqueo de caminos buscando el adelantamiento de elecciones o la renuncia de su principal adversario, Luis Arce Catacora. Estas movilizaciones impulsadas por Morales no reivindican soluciones a la crisis económica, sino pretenden otorgarle impunidad por los delitos cometidos contra menores de edad. Acusado de estupro y de trata de personas, Evo se vio forzado a encerrarse en su guarida desde donde incita a sus adeptos a paralizar el país con tal de no rendir cuentas con la justicia.

Completamente envilecido y lleno de rencor, Morales opta por la estrategia del desastre. Los bloqueos de caminos afectan seriamente al aparato productivo nacional, ocasionando pérdidas que oscilan entre 80 y 120 millones de dólares por día. Paradójicamente, varios de los dirigentes afines al evismo sostienen que sus medidas de protesta se deben a la difícil situación económica que atraviesa el país. No obstante, sus movilizaciones solo provocan un hundimiento más estrepitoso de la economía nacional, generando mayor inflación, especulación, escasez de productos básicos; en resumen, la cura fue peor que la enfermedad…

El discurso embustero de Morales y sus seguidores, en aras de “Salvar Bolivia”, resultó poco creíble para el grueso de la opinión pública. Nadie cree que estén luchando por salvaguardar la economía de Bolivia, tan solo quieren proteger a su líder mesiánico garantizándole impunidad por los horrendos crímenes que cometió. Envuelto en una crisis moral, Evo optó por el camino de la violencia y la desestabilización con tal de evadir a la justicia. Las pruebas en su contra se ventilaron en diversidad de redes sociales y medios de comunicación, incluso la Fiscalía Departamental determinó la veracidad de un certificado de nacimiento de una niña, procreada producto de la relación que sostuvo Morales con una menor de edad.

Sin encontrar otra salida que la movilización de sus huestes, Evo se aferra a mantenerse impune y sortear cualquier proceso judicial en su contra. Resguardado por una cúpula dirigencial que se niega a reconocer su conducta de depredador sexual, Morales incentiva acciones sediciosas contra el Gobierno Nacional. A la fecha, más de 20 puntos de bloqueo atentan contra el bien común de todos los bolivianos impidiendo el normal abastecimiento de combustibles y alimentos.

La violencia desmedida del evismo se refleja en los ataques propiciados contra efectivos policiales utilizando armas de fuego y en la destrucción de diferentes caminos carreteros. La población exige una respuesta contundente del gobierno contra los que dañan al país y reclama mano dura hacia los abusadores sexuales de niñas que se rehúsan a enfrentar a la justicia.

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