Este 4 de julio, en las afueras de la embajada norteamericana en la ciudad de La Paz, un importante grupo de personas se dio cita para protestar por la injerencia de ese país en asuntos internos bolivianos, sobre todo, el supuesto apoyo del país del norte hacia el fallido golpe militar del pasado 26 de junio. Entre los manifestantes llamó la atención la existencia de pancartas condenando el papel del expresidente Evo Morales en los intentos de desvirtuar los eventos considerándolos un autogolpe.
Esta referencia hacia Evo Morales se da luego de que sus declaraciones fueran usadas por políticos de derecha, como Javier Milei, para difundir internacionalmente el discurso del autogolpe.
Bolivia ha denunciado constantemente la injerencia norteamericana, no solo durante sus dictaduras militares, sino, en la historia reciente, como un agente que fomentó el golpe de 2019 y el fallido golpe militar liderado por el general Juan José Zúñiga. El gobierno de Luis Arce repitió en varias ocasiones el plan de recolonización de Latinoamérica y el marcado interés del gobierno norteamericano por las reservas del triángulo del litio, conformado por Bolivia, Chile y Argentina, donde Bolivia tiene las reservas más grandes.
Aún no se tiene una respuesta clara de la convocatoria que le hizo el gobierno boliviano a la encargada de negocios Debra Hevia, a quien se convocó con el “propósito de hacerle conocer la preocupación y establecer un reclamo sobre una serie de pronunciamientos y acciones que se realizaron por parte del personal de la Embajada de Estados Unidos, que se consideran como una intromisión en asuntos internos”.
