Existe tensión en el continente asiático por el arribo de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán, pese a las fuertes advertencias del Gobierno chino. Como represalia, China envió un destructor frente a las costas taiwanesas y anunció ejercicios militares al considerar como una “traición” la visita oficial de la legisladora, la misma que fue interpretada como un reconocimiento de Washington a la autonomía de isla, que es considerada por Beijing como parte de su territorio.
El presidente de China, Xi Jinping, demostró su molestia por la visita y el hecho de que el gobierno de Estados Unidos y el de Taiwán puedan establecer relaciones diplomáticas. Luego de la guerra civil iniciada por el nacimiento de la República de China, en 1911, se alzó como vencedor el Partido Comunista Chino al frente de Mao Zedong, mientras que el gobierno de Kuomintang se exilió a la isla de Taiwán, donde los exiliados proclamaron la República de China en ese territorio, defendiendo que el gobierno legítimo del país se localizaba allí.
Desde entonces China y Taiwán representan posturas ideológicas enfrentadas: comunismo frente a régimen democrático. Asimismo, en el archipiélago existe un movimiento político que aboga por un Taiwán independiente, que no dependa de China. Este movimiento, y el país en general, son apoyados por los Estados Unidos, quien evitó que la República Popular de China intentara invadir la isla para hacerse con el control de la misma.
Es en este contexto que la visita de Nancy Pelosi reaviva las tensiones entre China y Taiwán, y hace que el mundo se vea frente a un nuevo conflicto además del existente entre Rusia y Ucrania.
