Un 10 de octubre de 1982, Hernán Siles Zuazo regresaba a Bolivia luego de haber sido exiliado por el golpe de 1980, cuando militares liderados por Luis García Meza y su lugarteniente Luis Arce Gómez derrocaron el gobierno democrático de Lidia Gueiler.
Durante dos años el país vivió inestabilidad política y económica pues, luego del golpe, Luis García Meza cedió el poder al general Celso Torrelio Villa, quien más tarde sería reemplazado, mediante un fallido golpe, por el general Guido Vildoso Calderón. Los problemas internos continuaron hasta que, el 17 de septiembre de 1982, una huelga general convocada por la COB puso al país al borde de una guerra civil que llevó a que se entregue el poder al Congreso Nacional quien decidió considerar válidas las elecciones de 1980 y designar como presidente a Siles Zuazo.
Hernán Siles Zuazo fue elegido presidente el 10 de octubre de 1982 con lo que se reconoció su triunfo en las elecciones de 1980 al mando de la UDP. Sin embargo, llegaba a asumir el mando de un país con una difícil situación económica y social.
Dos años después, en junio de 1984 fue secuestrado por un grupo de policías, ocasión en la cual logró convencer a sus captores y recuperar su libertad tras una negociación en la que les ofreció garantías y fue con ellos hasta la embajada argentina donde estos se asilaron. Cuando se le preguntó a Siles por qué dejó huir a los golpistas él respondió: «Cuando se es fuerte, hay que ser generoso. Los culpables son las fuerzas de la derecha y otras que originaron la intentona».
La alta calidad moral de Zuazo hizo que a un año de su mandato acortara su presidencia y llamara nuevamente a elecciones. Posteriormente, se retiró a Uruguay, donde murió en 1996.