De Uyuni a Coipasa: Oruro gana si Potosí cede el litio

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Bolivia y el litio: La Gran Oportunidad para el Futuro

En el corazón del altiplano boliviano yace una riqueza blanca que podría transformar el destino económico del país: el litio. Durante años, el Salar de Uyuni ha sido motivo de disputa, sueños y promesas. Hoy, gracias a los contratos que están siendo tratados y buscan ser aprobados por el legislativo, con las empresas chinas CBC y Uranium One Group de Rusia, Bolivia se posiciona en el mapa mundial del litio con un acuerdo que garantiza inversión, tecnología y un modelo de negocio más equitativo que el aplicado en otras épocas con recursos naturales.

El acuerdo es claro: se destinarán 2.000 millones de dólares para la primera fase de implementación, con seis años de preparación antes de comenzar la explotación que se extenderá por 30 años. Pero, a diferencia de experiencias pasadas con otros recursos estratégicos, esta vez Bolivia mantiene el control. La distribución de las ganancias está claramente establecida: el Estado boliviano recibirá el 51% de los beneficios, mientras que CBC se quedará con el 49%. Esta fórmula busca evitar los modelos de explotación que en el pasado dejaron pocos ingresos para el país.

El Salar de Uyuni, con sus 10.000 kilómetros², no será entregado sin consulta ni protección. De hecho, solo el 1,6% de su superficie será utilizada en estos contratos, lo que disipa los temores de un uso indiscriminado de este tesoro natural. Además, Bolivia no queda expuesta a sanciones económicas millonarias, ya que las empresas extranjeras serán las responsables de cumplir con la inversión. Si no lo hacen, lo invertido quedará en el país, asegurando que el Estado no asuma riesgos financieros desproporcionados.

El impacto económico es significativo. Se estima que, durante los 30 años de explotación, Bolivia podría recibir hasta 20.000 millones de dólares, con regalías anuales para Potosí que podrían alcanzar los 20 millones de dólares. Esto representa una oportunidad histórica para la región, que ha reclamado durante años una participación justa en la riqueza generada por sus recursos naturales. Pero el litio no solo representa ingresos. El acuerdo también deja una herencia clave: tecnología e industrialización.

A diferencia de la mera extracción de materia prima, la explotación estará enfocada en la producción de carbonato de litio al 95%, destinado a la fabricación de baterías. Es decir, Bolivia no solo venderá litio, sino que se adentrará en la industria que lo transforma en un insumo esencial para el futuro energético global. Cuando las empresas cumplan su contrato, se retirarán, dejando instalada la tecnología y la capacidad de seguir con la producción. Este punto es clave para garantizar la seguridad jurídica que tanto exigen sectores de la oposición y el empresariado.

El proceso contará con todos los requisitos ambientales exigidos por los gobiernos departamentales, asegurando que el desarrollo de esta industria no comprometa el ecosistema único del salar. Además, el modelo contractual ha sido aprobado por la Comisión de Economía Plural de la Cámara de Diputados, encabezada por el diputado Hernán Hinojosa, y está enmarcado en la Constitución Política del Estado.

Coipasa, la gran beneficiada

Bolivia no se detiene en el Salar de Uyuni. El Salar de Coipasa, con 2.500 kilómetros cuadrados de extensión, emerge como una alternativa clave para futuras inversiones y desarrollo. En Oruro, se vislumbra una clara oportunidad en caso de que los conflictos políticos frenen la gran apuesta en Potosí.

Chile, con su Salar de Atacama de 3.000 kilómetros cuadrados, ha logrado posicionarse en pocos años como el segundo mayor productor mundial de litio. Si Coipasa alberga hasta 1,8 millones de toneladas aún sin explotar, su potencial estratégico es innegable: más recursos, más desarrollo y un paso firme hacia la industrialización.

La llamada “Arabia Saudita del litio” está más cerca de lo que imaginamos. Oruro ha manifestado un firme interés en que el Salar de Coipasa forme parte de la cadena de producción de carbonato de litio. Con voluntad política y una apuesta decidida por la industrialización, los beneficios serían considerables.

La incorporación de Coipasa elevó las reservas de litio de Bolivia de 21 a 23 millones de toneladas, consolidando al país como el mayor reservorio mundial. Además, la tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL), utilizada en estos proyectos, permite retener el litio sin contaminar ni emplear aditivos químicos, lo que garantiza un impacto ambiental mínimo y maximiza la rentabilidad de los contratos.

Desde 2021, pruebas realizadas en conjunto con la Universidad Técnica de Oruro (UTO) han impulsado el desarrollo académico y científico, preparando a la región para los beneficios de la industrialización del litio mediante el fortalecimiento de su infraestructura y capacidades técnicas.

Un factor clave en este proceso es la Ley del Litio, actualmente en tratamiento en la Asamblea Legislativa. Con reglas claras, participación estatal garantizada y una estrategia de industrialización, Bolivia busca evitar errores del pasado. “El negocio lo ganamos nosotros, ellos nos dejan la planta”, es la consigna que define esta nueva etapa.

Tras décadas de espera, Bolivia avanza hacia la explotación plena de su riqueza mineral. Con estos acuerdos, no solo extrae litio, sino que construye un futuro donde la industrialización y el beneficio nacional son los verdaderos protagonistas.

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