Ayer, el periodista Luis Enrique Ramírez fue hallado muerto en una carretera de Culiacán, Sinaloa, luego de haber sido reportado como desaparecido el miércoles.
El cadáver de Ramírez se encontraba envuelto en plástico y los primeros informes indican que murió por un “traumatismo craneoencefálico a consecuencia de golpes contusos”. Se cree que el periodista fue secuestrado y, posteriormente, asesinado, aunque se desconocen las causas.
Ramírez era columnista del periódico El Debate y fue fundador del sitio de noticias Fuentes Fidedignas. Según algunos medios mexicanos, redactaba columnas de opinión en las que cuestionaba a algunos políticos de la región. En el último artículo que escribió antes de morir, relató que un hombre no identificado lo había insultado en un restaurante.
Al respecto, la representante de la asociación de Reporteros Sin Fronteras (RSF) declaró que: “Fue definitivamente un asesinato“, algo sumamente preocupante, pues se trata del noveno periodista muerto en lo que va del año.
Ante un panorama tan desolador, la administración de AMLO ha recibido llamados internacionales para tomar acciones que pongan un límite a la impunidad de los asesinatos contra la prensa en México. Desde el año 2000, más de 150 periodistas han sido asesinados y, de todos ellos, pocos casos han sido resueltos.