Ayer, el cohete New Shepard de Blue Origin estalló casi un minuto después de haber despegado. La nave, diseñada para llevar pasajeros, no contaba con ningún tripulante sino con 36 experimentos científicos, la mitad patrocinados por la NASA. Las imágenes del despegue, difundidas por los medios de comunicación, muestran que el cohete entró en llamas y se activó el sistema de seguridad y eyección de la nave, que aterrizó intacta en paracaídas.
El cohete pertenece a la compañía de Jeff Bezos, y es del mismo tipo de los que llevarían a turistas al espacio. Los demás cohetes de la flota se encuentran ahora en tierra hasta que una investigación arroje resultados, informó la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés).
La compañía publicó en su cuenta de Twitter poco después del incidente: “Falla del refuerzo en el vuelo no tripulado de hoy. El sistema de escape funcionó según lo diseñado”.
El percance sucedió cuando el cohete viajaba a casi 1.126 km/h (700 mph) a una altitud de unos 8.500 metros (28.000 pies).
