El gobierno de Javier Milei atraviesa su momento más crítico a 21 meses de gestión. La contundente victoria del peronismo en la provincia de Buenos Aires —47,28% frente al 33,71% de La Libertad Avanza— evidenció el desgaste del presidente y abrió el camino a la reconfiguración del mapa político argentino.
Milei reconoció la derrota y prometió una “profunda autocrítica” con miras a las elecciones legislativas de octubre. Sin embargo, el traspié dejó en evidencia el aislamiento de su gobierno, golpeado por la crisis económica, la desconfianza de los mercados y las denuncias de corrupción que involucran a su hermana, Karina Milei.
El gobernador bonaerense Axel Kicillof capitalizó el resultado y se proyecta como figura central del peronismo de cara a 2027. “El pueblo te dio una orden: goberná para los argentinos, no para las corporaciones”, desafió al presidente.
La derrota es doblemente dura para Milei: había nacionalizado la campaña con la consigna “kirchnerismo nunca más” y absorbido al PRO de Mauricio Macri, lo que debilitó a la derecha moderada y dio espacio a nuevas fuerzas opositoras.
Con el peronismo envalentonado y aliados en crisis, el futuro político del presidente queda en entredicho. Las promesas de cambio chocan ahora con un escenario de mayor desconfianza social y política.
