El pasado martes 12 de abril, la niña Damaris, de tres años de edad, fue secuestrada por Juan Antonio Enríquez García, a quien llamaron el “Monstruo de Chiclayo”. Este hombre aprovechó el descuido de los padres de la niña y la subió a un vehículo en el cual se la llevó.
Gracias a la grabación de una cámara de seguridad, la policía pudo identificar el motorizado y dar con su dueño, quien confesó el crimen y dijo tenerla en su casa.
Llegando a la casa de Enríquez, la policía encontró a la pequeña en un estado de shock traumático provocado por su secuestrador, quien la torturó y abusó sexualmente de ella teniéndola atada de pies y manos por aproximadamente 15 horas.
Lamentablemente, Damaris no soportó los abusos a los que fue sometida y murió hoy, ante lo cual creció la indignación en la población peruana. Se llevaron a cabo varias movilizaciones pidiendo justicia y, dentro de ellas, también se pidió castración química y pena de muerte para el culpable.
El segundo Juzgado de Investigación Preparatoria de José Leonardo Ortiz, en la ciudad de Chiclayo, ordenó nueve meses de prisión preventiva contra de Juan Antonio Enríquez García, mientras tanto, pobladores de la urbanización El Santuario de Chiclayo procedieron a quemar la casa donde la niña se encontraba secuestrada. Por su parte, reos de la prisión a donde será recluido el “Monstruo de Chiclayo”, lanzaron un comunicado en el cual lo amenazan y dicen que “lo estamos esperando”.
El caso ha puesto sobre la mesa las alarmantes cifras de violencia hacia las mujeres en el vecino país, y generó todo un movimiento de protesta que continúa en desarrollo.